domingo, 7 de marzo de 2010

Arcadas al Pie del Cañón Herrumbrado

1. El florentino se solía reír con cortesía (casi ocultaba el rostro para no incomodar) cuando notaba que un político se negaba a aceptar el cambio de circunstancias. Después del 1 de julio de 1974, muchos montos decidieron salir a matar policías morochos de seccionales suburbanas y jefes de personal argentinos de empresitas multinacionales por el sólo hecho de constatar que estaban derrotados políticamente y había mártires a los que honrar. A los que no compartían este verso terapéutico, les decían cagones o traidores. El relato se roza cuerpo a cuerpo con el riesgo de la desmesura que emana de un uso casi haragán del lenguaje. Nicolás Casullo no vivió para observar de qué modo su última creación intelectual era manipulada por la pureza kirchnerista. Clima destituyente es el santo y seña elegido para exonerar la constelación de errores seriales que se asilan en el alma gubernamental. Uno no es dueño de los comportamientos de la oposición política, pero sí de los senderos interpretativos que elige para accionar sobre la realidad.

 2. No hay un país virtual y un país real. Nadie puede negar el discreto encanto del análisis binarista, sobre todo cuando afianza las lógicas confrontativas de lo más “politizadas” con que se regodean los iluminados. Pero sucede que cuando no nos da el pinet, no es conveniente adoptar una postura docente para explicar algo que es diferente a lo que la sociedad siente. Es muy duro ver que ni siquiera hay bronca. Los oscuros no tienen de que regodearse.

 3. Yo vi a grandes militantes apaleados, escupidos, maltratados, forreados y recontracagados por las dirigencias que debían defenderlos. No esperen lealtad y respeto de ellos. Hay una idiosincrasia autoritaria del manejo político común a ciertos dirigentes (pueden ser radicales, peronistas, de izquierda o conservadores) que expresa una “antipolítica” de la conducción y la organización política profundamente lacerante, odiosa. Yo escuché en una unidad básica una voz sonriente: “El Turco era un hijo de puta, pero…”

 4. Hoy leía el paginadoce del viernes que me regalaron, y veo: “Este domingo, el fascículo número 120: La Jotapé Lealtad: ¿un peronismo sin montoneros o la simple expresión del miedo a morir?”. Estoy azorado. Me sorprende la impunidad que tiene José Pablo Feinmann para escribir esta guachada. Nadie dice nada, nadie lo refuta, todo bárbaro. Qué lejos que estamos de algunos debates, por Dios.

 5. Kirchner y Carrió son lo mismo. Se necesitan el uno a la otra para cultivar la antipolítica del conflicto que sólo le interesa al elitismo político de las superestructuras. ¿Qué derecho tienen a hincharle tanto las pelotas a la gente? Le pregunté a una madre soltera que cobra los 180 si sabía que era el empate catastrófico, se sonrió y me contestó que compraba menos alimentos con esa ayuda que es tan necesaria.

Me sumo  a la campaña dejemos de leer a Laclau por dos años.

6. Durante la edad dorada del kirchnerismo, la exhumación del conflicto como travelling de avance exhibió cierta eficacia, básicamente porque se contaba con una mayoría popular que avalaba tácitamente esa “puesta a la izquierda” de Kirchner. Pero cuando estás en baja, cuando recibiste un par de piñas en el hígado, cuando en un bar periférico bajan el volumen de la tele al anunciarse la cadena nacional, esa lógica del conflicto se va a la mierda, se parece mucho al infantilismo y el conflicto se torna inocuo, irritante, inconducente. El conflicto que politizaba, se hace antipolítico.

Yo comprendo que para el nacanpopismo teórico (que desde 2003 hasta acá se viene burlando sistemáticamente del “diálogo y el consenso” y lo toma como una difusa abstracción a demonizar) el nuevo escenario político sea frustrante. Porque la política es, la mayoría de las veces, gélida negociación para alcanzar logros concretos. Los tiempos épicos de la movilización popular, de “ganar la calle”, son siempre efímeros en política, y nunca pueden ser el eje de una política popular duradera. Hoy para el gobierno, hacer política es ir por los acuerdos. Esto se sabía desde el 28J a la noche.

7. El proyecto de ley de coparticipación del impuesto al cheque, más allá de las consideraciones fiscales que puedan hacerse, es un dato de hierro del salto de pantalla y pone en el tapete un problema acumulativo: el de los crecientes déficits provinciales frente al ¿superávit? nacional. Sería una ingenuidad pensar que son sólo los gobernadores de la oposición los beneficiados por la variación coparticipable. Creo que la puja política adquirirá mayor complejidad (es decir, menos nitidez ideológica que la que plantea el binarismo de los talibanes K y los anti K) cuando los tiempos políticos exijan definiciones de poder (o de pretensión de poder) más firmes. Cuando uno de los tantos tipos que quiere ser presidente en 2011 se vea obligado concretamente a armar su candidatura. Cuando los que todavía no están en escena, aparezcan.

 8. Mercedes Marcó del Pont merece ser la presidenta del BCRA. Era lógico que la oposición aplicara los kilos de la mayoría sin asco después del discurso poronguista de Cristina ante la asamblea legislativa y le choreara todas las comisiones del senado. Algunos se rasgaron las vestiduras como colegialas embaucadas ante algo que es muy habitual en política cuando la cuerda se tensa al pedo. Pero la mayoría de 37 no es automática, ni  sostenible en el tiempo sin (ahí sí) lesionar la gobernabilidad del país. Si se debate racionalmente el pliego, Marcó del Pont debería alzarse con el cargo sin mayores problemas. Si se debate racionalmente una ley, el pago con reservas puede consensuarse sin tanto dramatismo.

 9. Es tiempo de que vuelvan las noches de paz. Que la inflación no suba tanto. 

 10. Amén.