1. El florentino se solía reír con cortesía (casi ocultaba el rostro para no incomodar) cuando notaba que un político se negaba a aceptar el cambio de circunstancias. Después del 1 de julio de 1974, muchos montos decidieron salir a matar policías morochos de seccionales suburbanas y jefes de personal argentinos de empresitas multinacionales por el sólo hecho de constatar que estaban derrotados políticamente y había mártires a los que honrar. A los que no compartían este verso terapéutico, les decían cagones o traidores. El relato se roza cuerpo a cuerpo con el riesgo de la desmesura que emana de un uso casi haragán del lenguaje. Nicolás Casullo no vivió para observar de qué modo su última creación intelectual era manipulada por la pureza kirchnerista. Clima destituyente es el santo y seña elegido para exonerar la constelación de errores seriales que se asilan en el alma gubernamental. Uno no es dueño de los comportamientos de la oposición política, pero sí de los senderos interpretativos que elige para accionar sobre la realidad.
Me sumo a la campaña dejemos de leer a Laclau por dos años.
6. Durante la edad dorada del kirchnerismo, la exhumación del conflicto como travelling de avance exhibió cierta eficacia, básicamente porque se contaba con una mayoría popular que avalaba tácitamente esa “puesta a la izquierda” de Kirchner. Pero cuando estás en baja, cuando recibiste un par de piñas en el hígado, cuando en un bar periférico bajan el volumen de la tele al anunciarse la cadena nacional, esa lógica del conflicto se va a la mierda, se parece mucho al infantilismo y el conflicto se torna inocuo, irritante, inconducente. El conflicto que politizaba, se hace antipolítico.
Yo comprendo que para el nacanpopismo teórico (que desde 2003 hasta acá se viene burlando sistemáticamente del “diálogo y el consenso” y lo toma como una difusa abstracción a demonizar) el nuevo escenario político sea frustrante. Porque la política es, la mayoría de las veces, gélida negociación para alcanzar logros concretos. Los tiempos épicos de la movilización popular, de “ganar la calle”, son siempre efímeros en política, y nunca pueden ser el eje de una política popular duradera. Hoy para el gobierno, hacer política es ir por los acuerdos. Esto se sabía desde el 28J a la noche.
7. El proyecto de ley de coparticipación del impuesto al cheque, más allá de las consideraciones fiscales que puedan hacerse, es un dato de hierro del salto de pantalla y pone en el tapete un problema acumulativo: el de los crecientes déficits provinciales frente al ¿superávit? nacional. Sería una ingenuidad pensar que son sólo los gobernadores de la oposición los beneficiados por la variación coparticipable. Creo que la puja política adquirirá mayor complejidad (es decir, menos nitidez ideológica que la que plantea el binarismo de los talibanes K y los anti K) cuando los tiempos políticos exijan definiciones de poder (o de pretensión de poder) más firmes. Cuando uno de los tantos tipos que quiere ser presidente en 2011 se vea obligado concretamente a armar su candidatura. Cuando los que todavía no están en escena, aparezcan.