martes, 21 de julio de 2009



Los pibes maravillosos no ven La Chinoise
No la vieron,
y
siguen dando balidos
que
las brisas del estío intelectual
acercan
al presente como llorosas quejas envenenadas
de soberbia
los pibes maravillosos no ven La Chinoise
esa película que se coge al Che Guevara
a Marighella
a Camilo Torres
a Lenin, Stalin, Brezhnev
a los pendejos que un año después iba a
odiar
Pasolini y
que acá son los pibes maravillosos
los exclusivos albaceas de la epopeya
los amorfinados juglares
de un luminoso sendero sepia
amortajado
hecho folletín
los pibes maravillosos no ven La Chinoise
ven la unidimensional Batalla de Argelia
porque esa película, esa
no se los coge.

martes, 14 de julio de 2009

Casita del Delta

El diálogo se abre desde el contrapiso democrático menemista: dentro del superávit fiscal todo, fuera del superávit fiscal, nada. Con el agregado natural de la herencia intelectual duhaldista: a alguien se le ocurrió preguntar quién pagaría los costos del ajuste fiscal, mientras de reojo veía como (desde ese valle que había sido verde) los puntos negros se movían, dejaban de ser remota bruma para trocar en nítida presencia.

La oposición política se verá obligada a precisar con qué fondos se sustituirán las sucesivas desfinanciaciones del Estado que derivarían de esas consignas que titilan en la marquesina etérea: eliminación de retenciones, reducción del IVA, eliminación del impuesto al cheque, ingreso universal, blindaje social. Y como, de derechas a izquierdas, la oposición es progresista, pedirán que TODO se financie con impuesto a las Ganancias, a la renta financiera y a la petrolera, y sin mayores evaluaciones, pasarán a discutir cuestiones más digeribles como el consejo de la magistratura y los superpoderes, y quizás se reproduzca aquel memorable debate noventista en el que Cavallo (con decisión peronista) destruía conceptualmente a Raúl Alfonsín en la arena parlamentaria. Quizás ahora “los Cavallo” sean Aníbal F. o el soldado Rossi, y los epígonos parquenortistas sean los devaluados Morales, María Elisa Avelina, Lozano o Ricardito. (La discusión de superpoderes nunca es seria, en tanto surge de un acto hipócrita: negar la existencia de El Príncipe con las notas de Bonaparte).

Lo cierto será que los números fiscales no van a cerrar, los dialoguistas se empastarán, y los inmaduros directamente huirán de la mesa, y las distancias serán proporcionales a los lugares que ocupa cada actor en el tablero político, y el susurro angelical de la armonía será opacado por la rispidez de los intereses que elastizan el canal dialoguista. De Angeli pedirá que las retenciones se suplan con la alícuota de Ganancias y la UIA saldrá a cruzarlo con las pymes a la cabeza, el progresismo pedirá que el blindaje social (ese titanic conceptual abstracto) se subsidie con un hipotético gravamen a las rentas: a la financiera, y entonces habrá presiones sobre el tipo de cambio y la inflación; o a la petrolera, y entonces YPF emitirá un comunicado y habrá que importar petróleo venezolano. Es decir, una pluralidad de intereses cruzados y contradictorios entre los sectores productivos donde la agudeza política pasará por garantizar que el culo que deba sangrar no sea el de la masa asalariada, el cuentapropismo doméstico y los changadores de esta patria grande, para que la paz social no sea vulnerada a causa de la propia defección de los paladines del consenso.

Si el gobierno cristinista pide a la oposición además de un listado barato de propuestas programáticas, el detalle de instrumentación y partidas presupuestarias a afectar para que cada una de esas bellas propuestas sea una realidad concreta y no una carta a los argentinos, veremos como el temario dialoguista se reduce vastamente y las buenas intenciones nunca dejarán de serlo. Los jacobinos exclamarán que no aceptarán la convocatoria y alzarán las bayonetas, volviendo a su hábitat natural: el jardín de infantes.

La reforma política es el tabú que desnuda las fallas garrafales de organización que aqueja a numerosos sellos de goma y carcazas electorales como el ARI, el Partido Socialista, Proyecto Sur, el EDE, el PRO, que ante la sola expresión “internas obligatorias” recuerdan la pesadilla que sufrió Chacho Alvarez en la interna con Bordón (los impresentables pejotistas le dieron de beber a Chacho de su propia medicina renovadora). Peligraría, para estos sellitos, la vocación sectaria, las expulsiones de militancias, las variadas intervenciones distritales, y el dedazo endogámico como mecanismo para dirimir cargos y listas legislativas (¿cuánto hace que Delia Bisutti se recicla?). Por eso el ACyS ya manifestó que no se puede hablar de reforma política hasta no erradicar el clientelismo político, que en realidad quiere decir: no tengo militancia, no quiero tenerla, no quiero laburar territorialmente, no quiero ir a disputar políticamente la interpelación real de los sectores populares al peronismo, quiero que el ingreso universal se entregue por una ventanilla virtual así directamente no hay que verles la cara, quiero voto calificado, quiero que el consenso deje afuera a esa masa cetrina con la que realmente no sé que hacer…

El cristinismo, por eso, debería no limitar la discusión a la reforma política, sino abrir el juego a un temario abierto, para que la lluvia vaya lavando, y porque si el cristinismo no está en condiciones de dar un debate político abierto sin escamoteos, es porque no tiene los cuadros políticos que se necesitan en esta hora: no se necesitan funcionarios temerosos que consulten al celular de Dios a cada paso. Cintura política para que la lluvia lave, el resto importa poco. Si es que la oposición va, o elude la responsabilidad política que nace de los votos conseguidos.

Para los que todavía gritan “traición” de los intendentes del Conurbano al proyecto “nacional-popular” (como flota en el vacío el cartaabiertismo ¿no?, yo igual los aprecio): en Tigre, Malena Galmarini ganó por afano porque labura, “baja”, y escucha. Bien formada por una familia grossa del peronismo (mamá lo hizo), ella sacó los votos. Si el testimonial hubiese sido el marido, sacaba menos (mucho menos) que Malenita.

jueves, 9 de julio de 2009

La Piedra Mojada

Cobos pide licencia, y comenzará a recorrer el país para intentar ser presidente en el 2011. El fotograma de la víspera no permite calibrar la magnitud de un desenlace para el que todavía faltan dos largos y exhaustivos años y medio de peronismo gobernando. La lógica indica que al kirchnerismo le conviene afrontar una táctica de “partido por partido”: es decir, tema por tema de una agenda propia a partir del plagio a los reclamos opositores sobre los que hay consenso y son positivos para la sociedad. Se trataría de sacar del centro de la comidilla política diaria aquellos microclimas de batalla final que desde el conflicto de la 125 fueron construyendo el relato kirchnerista sobre pies de barro, porque grandes bolsones de la sociedad no se sintieron interpeladas ni incluidas en esa tempestad jacobina que envió a un rincón oscuro a la Gestión, el gran patrimonio kirchnerista durante cinco años y medio. Sacar de la línea maginot al kunkelismo, al gullismo, al luisdeliismo (a quién aprecio), porque el kirchnerismo debe recuperar una sintonía fina que le permitió gobernar sin zozobra durante años, y que desde la 125 transmutó en una espiral de distorsiones impropias que desembocó en el resultado de junio.

Alberto Fernández sigue entregando memorias de la nostalgia transversal y de los años dorados en variopintas entrevistas, pero en una de ellas dijo algo que es verdad. Dijo que Reutemann no debería ser un adversario del “proyecto kirchnerista”, que si son así las cosas, algo anda mal. Yo podría extender la lista (Felipe) y decir que muchos posicionamientos son hijos del error no forzado y no de rupturas ideológicas terminales, y que la reexaminación de las relaciones de Kirchner con el peronismo son las que se necesitan recomponer y reconducir con urgencia para sostener esta larga etapa, que es también la que definirá la suerte del peronismo en 2011. Si se quiere, que se capture agenda “por izquierda”, pero que se comprenda que las alianzas políticas para la tramitación gubernamental deben solidificarse con algún peronismo no kirchnerista, y no con el pinosolanismo emancipador. Las actuaciones en el campo de batalla registran que lo mejor que puede hacerse es robarle la agenda al progresismo y cincelarla con apoyo pejotista.

¿Puede el kirchnerismo postular y consensuar las bases de un plan agropecuario medianamente serio dejando de lado el férreo clivaje ideológico (que existe, y es real) y haciendo un “tema por tema” sobre intereses concretos de los múltiples que habitaron el conflicto campero, privilegiando actores y separando paja de trigo? No habría razones para pensar lo contrario, así como no hay más que una depreciación política en la elusión de la cuestión. Si hay alguien que puede sentarse en una mesa, y que además no subestima la capacidad de fuego de un kirchnerismo golpeado pero en el gobierno, porque lo dijo, es Felipe Solá, que no está cómodo con sus aliados.

Para la oposición queda un sabor agridulce: una victoria inesperada en la PBA trae bajo el brazo la responsabilidad política frente a las expectativas depositadas por los votantes, y lo que allí se constata es que ganar elecciones no es lo mismo que hacer política: diciembre de 2001 siempre estuvo cerca, aunque se pueda aseverar que estamos lejos.

Es delicioso ver como el tándem Asís-Puerta opera para consagrar el entrismo macrista: ¿Por qué los victoriosos del 28 no convocan YA a una Moncloa? se pregunta exasperado el querido Turco, dejando expresada fehacientemente la falta de iniciativa política que parece signar a Macri y De Narváez. Ahí no hay Durán Barba que pueda tallar, y es comprensible la preocupación de algunos. El Momo y Barrionuevo, aunque abusen de la pirotecnia doctrinarista vacía que tan disvaliosa le fue al peronismo en los tempranos ochenta de la alborada demócrática (el kirchnerismo no es peronismo, Kirchner no nombra a Perón, y otras inconsistencias), ya trazaron los límites que le espera a aquella intención. El cruce entre Busti-Puerta y Barba-Cacho de ayer en TN es sólo una muestra de las pulseadas que se vienen para determinar no sólo las hegemonías y candidaturas, sino de qué modo se sustentan o no los logros obtenidos durante los últimos ocho años, y el rumbo a tomarse de aquí a cinco años.

Y creo que lo medular de esa discusión no va a pasar por los afluentes progresistas que sobreviven alimentándose del kirchnerismo (de su agenda), sino por el peronismo, o por lo que él deje en el camino para que se abran brechas a capitalizarse “por derecha”.

¿Se viene, ahora sí, la asistencia social, la “peronización” del modelo?

jueves, 2 de julio de 2009

Ruinas Circulares

La escena más tierna de esa película en blanco y negro: la caricia en la frente de parte de quién sostiene el cuchillo hundido en el abdomen del rostro acariciado y que se asocia en silencio a la agonía del otro que provoca. Ya está, no grites, no corcovees, hagamos que este momento se extinga entre pacíficas caricias y en silencio. Una muerte que no es asesinato, sino un conmovedor acto de amor.

Un kirchnerismo derrotado por desdeñar una comunión con los pobres, por no abrevar en las aguas de la peronización, debe hacer concesiones de agenda. No hay asesinato, el voto fue un acto de amor.

La intelligenzia kirchnerista se indignará, se hundirá en el consuelo de las teorías conspirativas, “nos derrotó el Poder Económico-Mediático por ir tras la liberación nacional”, Forster hará arder su pluma en una página dominical, “los 12 de la van” dirán que no se puede confiar en el aparato pejotista, H.V. encontrará todos los males en la oligarquía ganadera, “quisimos pero no nos dejaron”, los pibes de La Cámpora se seguirán ofrendando a Cristina corazón para la liberación a cambio de jugosos contratos, Sabbatella “confirmará” que las prácticas pejotistas están perimidas y que la solución son él y el Huevo Ceballos, Solanas convocará a una gesta emancipatoria desde el proletario Hotel Bauen y luego irá a presentar un documental a Cannes, Carrió gritará el fin de la dictadura kirchnerista para hacer menos audible su miseria. El pueblo, en cambio, seguirá viviendo.

Me cayó como el orto el maltrato de Cristina al periodista en la conferencia de prensa del otro día. Alguien debería decirle (no serán los perimidos Zanini o Parrilli, seguramente) a Cristina que se tranquilice, que la corte un poquito, que no cuesta nada hacer una lectura real de la derrota. Porque el periodista no criticaba un logro del gobierno, sino algo que debió ser corregido hace rato.

Cristina debería convocar otra gente, sacarse fotos, anunciar la reapertura de la inscripción a los Planes Jefes y Jefas de Hogar, rajar a Moreno, mandar al congreso la triple indemnización y la extensión del subsidio de desempleo (la ley de medios puede esperar), sentarse con Felipe y los de la Mesa de Enlace para cerrar el tema. Conceder agenda es imponerla y no implica arriar las banderas, ni, como gusta decir Cristina, dejar las convicciones en la puerta de la casa de gobierno. Menos Laclau y más sudor. Volver a los atardeceres sesentistas de Tolosa, cuando la pequeña Cristina Elisabet aprendía a leer con una edición rústica de Conducción Política.

La golosina política de la víspera es “para donde rumbear” ahora que el horizonte no muestra rituales folkloricos de las formas nacional-populares y sí un peronismo árido, “conservador”. Algo que no debiera asustar tanto, dado que el kirchnerismo es conservador de sus logros y los del duhaldismo, aunque por cortesía nacional-popular, Cristina omita confesarlo.

Las jóvenes viudas de la transversalidad lograron que la frase “movimiento nacional y popular” suene tan bastardeada en sus grámaticas como “ingreso universal ciudadano” en las de Carrió, y sueñan con que Kirchner arme por afuera ese frente popular y progresista con “pata peronista” y sin pejotismo, y así surfear la ola que Chacho no pudo. Un sueño que podrá hacerse o no, pero que siempre estará lejos de los sueños del pueblo: está bueno sentarse al fogón y tocar las más bellas cantatas en endogámica ceremonia, porque la luz de la llama no nos permite ver más allá de nuestras espaldas. La penumbra es la morfina que nos hacen olvidar los monstruos que habitan en esa opaca periferia.

El otro día hablaba con un joven cuadrito kirchnerista capitalino que me decía que mientras sufría viendo el escrutinio por televisión rogaba que los votos de La Matanza dieran vuelta la tendencia y “nos salvaran”(¿?): un boludito que quería que los negros de La Matanza le salvaran su militancia kirchnerista clasemediera, rentada y de nene bien. Hacete de abajo, boludo.

Otros pibes, más sensatos, prefieren afiliarse al PJ y jugar en la interna.

Para las viuditas, escuchen a Loretta, eso es pueblo.