miércoles, 27 de noviembre de 2013

Por un puñado de dólares


En el discurso de Capitanich el angostamiento distributivo recibe una calificación aún más delicadamente ambigua: etapa de complejidad relativa. En la agenda del JGM resuena la problemática corriente del río que fluyó durante dos años: el Partido del Orden errando voluntaria e increíblemente en toda su política macroeconómica. Esa huella doliente atraviesa como un trauma la neoagenda coquista: debemos ser, al menos escenograficamente, todo lo contrario de lo que fueron esos dos años. Lo que la sociedad le facturó en votos al partido del orden fue algo bastante más concreto que un “problema de comunicación” o un “relato”; en el sentido común de los que votamos a Cristina en 2011 había un llamado más o menos básico: ordename la economía, me voy a bancar que vos me ordenes la economía. Sin embargo, no hubo sensibilidad política para esta lectura, se privilegió una mirada believer de la hegemonía, el “tiempo” pasó, pero el “tiempo” es demasiado en política para dejarlo pasar.

Capitanich, back to the future, viaja a diciembre de 2011 para tratar de rescatar la agenda interdicta en esos días por el propio partido del orden. La amortización electoral del 27/10 dejó anclado aquel grave error político y marca la lógica defensivista que despliega el JGM: cerrar el frente externo para salir a tomar deuda era “casi lo único” que se podía hacer para salir en el corto plazo a parar la sangría de reservas y tirar un par de señales para ver si se achica un poco la brecha cambiaria. 

Después de todo eso, vendrá una discusión más árida: cuantos dólares tomás, para que los usás, qué lugar ocupa el endeudamiento en el proceso económico y para hacer cuántas cosas te alcanza esa guita. Aún cuando esta cuestión sea prioritaria, es menos central para la economía que el problema inflacionario. Capitanich tiene una misión de “resultados”, y el “manejo” de “la complejidad relativa” va a mostrar  su pulso profesional cuando se afronte la pauta para bajar la inflación. En la Argentina la discusión política de la inflación siempre se vio distorsionada y empobrecida por las resoluciones fallidas historicas del vaivén tenso entre tipo de cambio y mercado interno. Un desafió para el partido del orden entrante en 2015 es atenuar el dramatismo de esa discusión, si las condiciones de llegada son con una caja en dólares razonable; Capitanich sabe que todavía existe el “riesgo” de que la lectura política dificulte la resolución económica de este problema, por eso pidió licencia como gobernador y no renunció al cargo, dejando latente la condición del repliegue sobre el subsistema peronista. 

Otro rasgo todavía no abarcado es cómo se van a redefinir las relaciones entre consumo, inversión y exportaciones: si esta ecuación no tiene un impacto relevante sobre la economía real para 2015, las perspectivas políticas de una continuidad de la coalición gobernante como partido del orden se verán disminuidas aún contra la merma de votos del 27/10; en la raíz de esta preocupación íntima radica el “ninguneo” a Massa de la víspera por parte del efepeveísmo en deconstrucción, lo que documenta que en términos estrictamente políticos también continúa la lógica defensivista, porque el oficialismo comprueba que el saldo electoral además de la pérdida de votos deja un daño de la representación más difícil de recomponer que la economía, ya que no termina de haber un correlato estricto entre ambos campos.

Si el triunfo de Massa en la PBA fue el anticuerpo correccional emanado del propio subsistema peronista ante el fracaso administrativo del partido del orden, la aparición de Capitanich en la co-conducción gestiva del gobierno federal es la recepción táctica que la constelación de fracciones del subsistema presenta ante el hecho electoral, y que tiene una conclusión política concreta: el kirchnerismo dejó de ser la corriente hegemónica del peronismo a partir del 27/10. Aunque los intelectuales kirchneristas se afanen en presentar al fpv como un bloque monolítico (“el kirchnerismo”), la realidad empieza a mostrar que la coalición oficialista inicia un proceso de confederalización táctica bastante pragmático, influido por “el incordio sucesorio” y las distintas realidades regionales e institucionales del peronismo realmente existente.

En ese sentido, es un error decir que Capitanich es la voz de la liga de gobernadores; en todo caso representa a un sector de gobernadores que tienen distintas realidades e intereses en los marcos coparticipables: está bastante claro que NOA-NEA tiene “problemas internos” a resolver, que la Región Centro tiene otros intereses y que los patagónicos están jugando otro partido. Agruparlos para pasar el angostamiento distributivo es una cosa muy distinta que sostenerlos a la hora de construir representación;  esto es algo que Capitanich sabe al jugarse un pleno, pero que también saben Urribarri, Scioli y fundamentalmente, Massa.

Lo que también saben todos estos tipos es que vamos camino a un escenario de ballotage para 2015. Por lo tanto, el problema de la representación hacia el interior de las candidaturas panperonistas asume una dinámica política un poco diferente a raíz del achicamiento relativo del “tercio” no peronista. Como Massa ya hizo su jugada, la salida a la cancha de Capitanich y Urribarri le trae problemas potenciales a Scioli, ya que no vamos a estar en presencia de una disputa clásica del llamado voto peronista. 

Hay que agregar a esto que tanto Menem como Kirchner construyeron un modelo de coalición “novedoso” para ajustar representación; ése es el déficit parcial de Capitanich, Scioli o Urribarri contra Massa: al menos embrionariamente, el FR es una opción peronista que al tener de principal aliado a un radicalismo gestivo que integró y sobrevivió a la coalición kirchnerista, en los hechos funge como partido del orden distrital y electoralmente no tiene necesidad de hablarle a “su sector social” leyendo los salmos del breviario republicanista, ni tampoco existen los “límites de construcción política” inherentes al progresismo partidario que el kirchnerismo sufrió durante su hegemonía. Ese corrimiento de “los tercios” electorales explica la confederalización del fpv y la incertidumbre sobre “la forma” de salir a cazar votos en la primera vuelta cuando en la pieza del fondo te espera el ballotage, pasando a retiro la “teoría del 40%”.

Si la llegada de Capitanich a la JGM y Fábrega al BCRA permiten a priori incorporar una visión macroeconómica que entre 2011-2013 no existió, el dilema de la tensión sorda no está del todo disuelto: saber demarcar “hasta donde llegar” con las medidas económicas que se tomen mas allá de la decisión política de Cristina definirá el éxito o el fracaso del angostamiento distributivo. Porque lo que todavía no sabemos es si Cristina abre la cancha definitivamente, o se mantiene en una hibernación táctica hasta que aclare (algo bastante lógico cuando todavía está fresco el alto reflujo de votos del 27/10).


PS: Si bien por Guitarra Trasnochada, creemos que es por esta cuequita chapaca (chaqueña) que el gran Arsenio Aguirre se ganó el cielo de la música argentina. En esta versión se ve la organización detallada de la interpretación, que arranca con el punteo del enorme Chato Bazán, sigue con la combinación policlasista de “palanganas” y “violineros” que fortifican al violín salteño, y se inaugura vocalmente con la frondosidad a contrapunto de Soledad y El Chaqueño, para respaldarse luego en la polifonía de Los Nocheros que recuerda mucho a las innovaciones y el poderío vocal de Los Nombradores. A pesar de ser parte central del cancionero y las peñas de Salta, esta cueca llegó a las peñas de la provincia de Buenos Aires, donde es muy tocada al modo de la zamba sureña bonaerense, con dos guitarras criollas solas, una que lleva y bordonea, la otra que primerea y puntea. Dedicamos esta cuequita para que la baile con el pañuelo en alto y alegría la militancia kirchnerista no rentada que, seguramente, todavía existe.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Barones", "Blancos" y la larga marcha hacia 2015


Yo tengo una forma particular de hacer política que me costó enfrentarme con los punteros. Trabajé mucho con los miembros de las ONGs en las elecciones para tener nuestros propios fiscales y eso me costó otro enfrentamiento con los punteros. Las aspiraciones y el sueño de abandonar las prácticas informales son la línea que separa al puntero del vecino común de un mismo barrio. Las políticas estatales eficaces permiten fortalecer a ese vecino común y disminuir la incidencia de las intermediaciones.”

Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría. Reelegido en 2011 con el 63,26% de los votos distritales validamente emitidos.


“El puntero político hoy no es el de antes, que tenía el control de un territorio. Ahora está todo más mezclado, hay más organizaciones, hay más llegada directa del estado, los punteros han  perdido peso político.”

Darío Giustozzi, intendente de Alte. Brown en Animales Sueltos, 3-10-13. Reelegido en 2011 con el 71,88% de los votos distritales validamente emitidos.

Lo que no significa que “prescindan” de los servicios de la intermediación, solo que conciben que ahí no está el “centro de gravedad” de la construcción de la representación peronista. Es decir, que no está en el mecanismo, pero sí en las bases votantes. Quizás la grieta entre los “barones” y los “blancos” de la camada ´07 (que se verifica claramente en los esquemas de gestión y de acercamiento a la cuestión partidaria) esté en la significación política que le dan a los mecanismos de intermediación y a los mecanismos de representación.

Para los “blancos”, son dos cosas distintas. Para los “barones”, esa distinción no lo es tanto. Para los “blancos”, la “fundacionalidad” de su propia gestión “incide en/ y modifica” la relación entre intermediación y representación, la hace menos lineal en términos “clasistas”, las demandas se amplifican y se ambigua el anclaje de clase. Los “barones” encajonan la demanda sobre los límites de su electorado “natural”, son supresores de conflictividad básica antes que rastreadores de neoagenda. Los “blancos” tienen la vocación de ampliar el campo electoral y son supresores de conflictividad allende el 30% nuclear. Si ya fue bastante explorada la hermenéutica “lumpen” que tendrá que transitar el panperonismo fpv-fr, lo que todavía no fue señalado es donde se hace el corte electoral y qué tan útil es hacerlo si de lo que se trata es de una sucesión que, con cualquier nombre propio, debe re-construir una hegemonía; en este sentido, la doble vía electorabilidad-territorialidad cobra una importancia más relevante que en otros ciclos que cerraron con crisis terminal.

Un dato tampoco analizado es cómo el FR suprimió conflictividad en el 1º cordón  en los tramos de clase media y media baja + aristocracia obrera para encauzar la demanda originada en las dificultades que exhibe el FPV como Partido del Orden nacional y provincial para conducir el angostamiento distributivo desde hace dos años: pero si hacemos un blow up sobre “sectores populares” (en la precisión y ambigüedad territorial del voto), se verifica en qué medida la inserción del FR sorprendió a los “blancos” efepeveistas de la 3ª.

Un análisis somero de la cartografía electoral en el GBA deja a la vista de que manera se produce la expansión del voto panperonista y los lugares ríspidos de disputa entre las herramientas FPV-FR, básicamente en la Tercera. En Lomas de Zamora el dato que preocupó a MI (y varios territoriales) fue la disminución residual contra las PASO en el circuito 583 (Cuartel IX duro) donde se esperaba un aumento residual alto (arriba del 7%) y donde hubo un crecimiento del FR (40% contra PASO) que fue superior al 20% que estimaban en el oficialismo distrital. La misma situación se verificó en el circ. 587 (mitad Cuartel IX y Lomas urbano periférico) y 590A (San José), ambos con una distancia de votos visiblemente menor. Más allá de la foto electoral y de los matices socioeconómicos entre estos tres circuitos históricamente peronistas integrantes del 30 %,  lo se ve es la potencialidad expansiva de la disputa del FR en un territorio que no es, claramente, de sectores medios. Similar situación se produce en Alte. Brown (pero al revés) con el FR blindando Claypole y Don Orione.

Lanús: FR ganó en Caraza-Diamante y el FPV en Chingolo, dos zonas equivalentes que fueron bastión histórico de los votos manolistas. Una distribución idéntica de votos se ve entre Libertad, Pontevedra y M. Acosta en Merlo.

En Avellaneda se ve la puja sobre circuitos homogéneos: Sarandí (FR), Dominico (FPV) y Wilde (FR), y el crecimiento idéntico en % de votos de ambas herramientas electorales contra PASO en Dock Sud (FPV).

La certeza idiosincrásica de los “blancos” del fpv es que el terreno de la disputa es demasiado policlasista como para “cerrar la estrategia”; en el FR esto fue comprendido mucho antes, cuando Massa  y sus intendentes armaron la herramienta electoral para acelerar un debate que es transversal al subsistema peronista: todos son conscientes de que la clase media de Dominico, Valentín Alsina y San Justo y el pobrerío de El Olimpo, Cuartel V y  Las Tunas no leen a JMS, Pagni, MW o HV.

La pregunta que fluye detrás de estas variaciones de la praxis peronista es: ¿Dónde estará el centro de gravedad de la representación mayoritaria con rumbo a 2015? En lo que parecen coincidir los intendentes del FR y los “blancos” del FPV (por afinidades de crianza política) es que esa definición la da una agenda de gestión propia. Para eso se requiere un esquema de financiamiento que el FR ya tiene definido, y que los del FPV tendrán como contingencia a resolver cuando desde planificación federal les digan que se cortó definitivamente la obra pública.


La dinámica del GBA obliga a pensar, también, por fuera de la trayectoria electoral que deja este turno: es lógico que el FPV interprete el 33 % nacional y el 32 provincial como un piso, pero desde una perspectiva de gestión que tiene que pilotear un angostamiento y no un derrame y que en dos años le pasó el costo a la clase media baja y la aristocracia obrera sin escalas, las chances de que ese 32% sea disputado por el FR crecerán irreversiblemente. En ese muy probable escenario de pelea por el voto proletario, quienes “sumen” la mejor tajada de “sectores medios” no ilustrados periféricos estarán más cerca del 40%. Si el territorio está en el centro de la representación, la electorabilidad (un fenómeno estrictamente peronista que dejó la renovación y que incorporaron para sí Menem, NK y Cristina, como explicamos acá) también siembra la semilla del poder.