Ustedes, tampoco, Negro. Yo ya sé, sos honesto, tenés buenas intenciones, no te gusta la política sucia, siempre le escapaste a la componenda, aún en los partidos que integraste.
Sos buen pibe, no cabe duda, pero la política no es el lugar adecuado para hacer amigos; la política es ingrata, no se camina por el paraíso. En la política hay astucia, agachadas, transas, ajedrez, y las cosas nunca se valoran en buenos y malos: no hay puros y contaminados.
Ese purista criterio es una espada de Damocles, Negro, te hace caminar por el desfiladero (y vos te caíste votando la ley Banelco), y hace que toda pretensión constructiva sea sectaria, con esos no me junto, no coincido ideológicamente… son un ghetto, Negro y lo sabés, y no te molesta, al contrario…
Pero digamos también, querido Negro, lo que los lectores del diario no tienen porqué saber, y aprecian entonces buenamente tus declaraciones.
Que sos buen pibe pero siempre cuidaste tu exclusivo culo, para colar eternamente tu banquita diputativa (ya van quince años, Negro, toda una vida), que nunca te interesó ir más allá, para que, si estoy bien, tengo un buen laburo…
Que mientras en las roscas esté asegurada tu renovación, poco te interesa negociar por tu tropa. Después les pedías perdón a tus militantes, con los ojos casi llorosos, no pude hacer nada, me maté negociando las listas municipales, vas a la zona gris, a lo mejor entrás…
Que le pedías a tu militancia que te organizaran reuniones en zonas conurbaneras, en las periferias de lontanas calles de tierra, para hablar con el populacho, decirle de la nueva forma de hacer política, de la calidad institucional y la participación ciudadana, bajabas tu speech, los vecinos te escuchaban por respeto, pero era como tragar papel de diario, lejanía, alguno se acercaba a hablarte después de tu parla, sos amable pero estás incómodo, no estás acostumbrado al pobrerío, alguno medio mamado te decía algo, y si Negro, no son estudiantes universitarios a quiénes darle cátedra, vos ahí tenés que ir y escuchar, quedarte las horas que sea necesario con la gente, no estar una horita y rajar aliviado, cumplí con mi dosis de baño popular, me vuelvo a mi labor parlamentaria…
Pero claro, estimado Negro, para que bajar al barrio, si mi rosca es tan modesta que sólo pido mi banca renovable, y punto, no soy pretencioso, no tengo militancia a la cual responder, ni territorios que defender, me pego al Chacho, a Lilita, y listo, loco…
No hablés de espacio progresista, ni de campo popular, Negro, que ahí nunca hiciste nada, no te gusta el sudor del armado territorial, preferís a tu corte de asesores-militantes-cuadritos JR de toda la vida, pibes como vos, habituados a congresos, ponencias, docencias…
Decís “¿Cuál es la herencia del kirchnerismo? La reconstrucción del PJ y de la UCR; sostenerse en la peor estructura del conurbano y en los negocios con Moyano.”
No, Negro, le pifiás, siempre el mismo disco, la cantinela berreta pero cómoda, tus posiciones y acciones verbalmente bondadosas pero equivocadas, siempre en el mismo lugar, sin sumar, sin trascender, cuidando la quinta, JR-Frepaso-ARI-SI…
Tu carrera política, Negro, y la de quienes están en tu palo, es un penoso y perenne viaje en carrusel…