En estos días se ha colocado el busto presidencial del Tío en la Rosada, y aunque no me gusta caer en los homenajes ni las efemérides, si hay alguien que merece una excepción, ese es Cámpora.
Cámpora representa un tiempo pasado pero que reverbera en la memoria del presente. Vastas generaciones unidas por la esperanza y los aires emancipatorios, después de 18 años de proscripción, persecución, muertes, sacrificios, sangre.
Luchas y amarguras que quedaban atrás para celebrar, en la figura bonachona y leal de Cámpora, la apertura de una etapa inmensa: la democracia nacional y popular para la liberación.
Viejos y jóvenes peronistas, diferentes experiencias y percepciones, pero una misma sensación: la festiva alegría de la fraternidad del pueblo que se siente partícipe de un momento histórico.
El 25 de mayo de 1973 se paró el país. Por un instante, todos salieron de la rutina.
Fueron esos días camporistas las jornadas que fraguaron la memoria de un pueblo, aun en sus resonancias efímeras. Una de las grandes fiestas de la historia nacional y del peronismo, y por muchas razones, la más excepcional.
Cámpora se dirige al Congreso para jurar como presidente y dar su discurso de más de dos horas ante la Asamblea Legislativa. En las calles y en la plaza, enjambres humanos derrochan entusiasmo y furor por años contenido, bombos, banderas, cantos…
Dice Cámpora: “El juramento solemne que acabo de pronunciar ante Dios y ante el Pueblo todo de la República embarga mi espíritu de reconocimiento y de espíritu ciudadano. Pero constituye asimismo un dramático desafío que valoro en su plenitud. Durante toda mi vida no he sido otra cosa que un soldado de la causa nacional y peronista.”
Cada radio y cada televisor es un eco de la voz de ese hombre.
Los que ven y oyen lo hacen con emoción contenida. en muchos se van agolpando las historias personales de lucha, las pérdidas, los años duros, las privaciones…
“El hombre argentino sabe, en carne propia, de la explotación a que es sometido por el régimen. Mientras avanzan la concentración de la riqueza, la desnacionalización de nuestra economía y el endeudamiento, la participación de los asalariados en el ingreso nacional disminuía drásticamente. Los monopolios y la oligarquía fueron los beneficiarios directos de esta explotación del trabajo humano.”
Imagino a Cacho El Kadri y a Carlitos Caride escuchando a Cámpora en una celda de la Unidad 9 de La Plata. Presos desde 1968, luchando en la resistencia desde los 50.
“Décadas y décadas de sufrimientos indecibles, de crueldades inhumanas, de muerte y de desolación, han demostrado que en la segunda mitad del siglo XX de nada valen las acechanzas del imperialismo frente a la voluntad altiva e insobornable de los pueblos que ya no están dispuestos a resignar la elección soberana de su propio destino.”
La voz del Tío se desgrana con firmeza y se propala a cada rincón, a cada hogar humilde, a cada pueblo recóndito, palabras redentoras que obran como bálsamo ante tantos años de ignominia.
“Mi gobierno será invariablemente solidario con las luchas antiimperialistas que llevan a cabo los pueblos para abolir las viejas y nuevas formas de colonialismo.”
Imagino, como uno más en la multitud, a Carlitos Mugica.
“En los momentos decisivos, una juventud maravillosa supo responder a la violencia con la violencia y oponerse, con la decisión y el coraje de las más vibrantes epopeyas nacionales a la pasión ciega y enfermiza de una oligarquía delirante.”
En algún bar de Buenos Aires se oye el discurso por la radio y alguien exclama: “¡Viva Perón, carajo!”.
“Cómo no ha de pertenecer también a esa juventud este triunfo, si lo dio todo (familia, amigos, hacienda, hasta la vida) por el ideal de una Patria Justicialista. Si no hubiera sido por la juventud tal vez la agonía del régimen se habría prolongado y con él, la desintegración de nuestro acervo y el infortunio de los humildes: por eso, la sangre que fue derramada, los agravios que se hicieron a la carne y al espíritu, el escarnio de que fueron objeto los justos, no serán negociados. Todos fuimos solidarios en la lucha contra el régimen. Ahora la patria ha adquirido un compromiso solemne con nuestros héroes y con nuestros mártires y nada ni nadie nos apartará de la senda que ellos trazaron.”
Cámpora, torneado y ennoblecido por sus propias palabras.