Los primeros 70 tienen algo de indecible, sobre ellos se despliega una etérea bruma que no nos deja percibir la profunda excepcionalidad de esos tiempos; excepcionalidad que signa cultural y políticamente a la sociedad que lo protagonizó, y cuya onda expansiva visualizamos en el acontecer político actual, y en las reactividades que genera ese tiempo hoy, cuando es traído en discusiones y debates, encrespando las aparentemente calmas aguas de nuestra democracia "consolidada".
Excepcionalidad la de los 70 que, vale aclararlo, no es la construída desde los lenguajes épicos y heroicos de quienes la protagonizaron por izquierda enarbolando consignismos y dogmatismos hoy anacrónicos, sino que designo como excepcional a partir de los hechos y de un recorrido histórico efectivamente acontecido que se cierra en 1976 consumando la tragedia política más grande del siglo en nuestro país, y desarticulando al peronismo como movimiento popular con expectativas transformadoras.
El fracaso del proyecto nacional, popular y democrático de 1973 marca el cierre de un tramo histórico que, más allá de errores y horrores estratégicos del vanguardismo montonero, fue iniciado en 1945, y tuvo como protagonista al peronismo como conciencia popular antagonizando con el poder oligárquico-conservador dominante, no sólo en el plano político sino también, y fundamentalmente, en el cultural.
Son pocas las certezas y verdades que puedan decirse de esa época que no sean relativas, pero me interesa consignar algunas que no suelen aparecer en los "lugares comunes" de los debates actuales; certezas que fueron invisibilizadas por la tierra arrasada de "horror" y "muerte" dejada por la dictadura, y por el discurso post-dictatorial que desechó al pasado histórico como equívoco ( para el alfonsinismo, el equivoco fue "tener peronismo en el país durante cincuenta años") para inaugurar una nueva e higiénica democracia sin historia nacional detrás.
¿Cuáles son las razones invisibilizadas que hacen excepcional en la historia nacional al período 1969-1976?
1) En esos años se va acumulando la más decisiva carga de conciencia popular (sectores populares + más agredado de clases medias peronizadas) en el país, nucleada con todas sus contradicciones y a pesar de ellas, en el movimiento peronista, que se postula como opción de poder que predica "la liberación y el socialismo nacional"; conceptos estos dos últimos en los que coinciden el líder y todas las fracciones del movimiento, más allá de metodologías y efectivas instrumentaciones posteriores.
2) En esa época queda expuesto y desnudo como nunca antes, el antagonismo nacional histórico argentino: poder liberal-militar versus movimiento popular ( ahora de liberación).
El derrotero del movimiento nacional se afianza a partir de un proyecto nacional que cuenta con avales teórico-históricos incorporados a él por el peronismo revolucionario a lo largo de años de lucha y analisis de lo actuado sucesivamente desde 1955 en adelante, y por los cuadros intelectuales del revisionismo nacional en los 60.
En los 70 se debilita hasta el final la idea de conciliación de intereses de TODA la comunidad, para pasar a asumirse que los intereses populares están en conflicto con los de la elite oligárquica dominante, a la cual el movimiento peronista opone lucha en el terreno político y en el simbólico-cultural ( por los aportes de la izquierda peronista), sin entrar a evaluar las implicancias de la lucha armada en este contexto.
Por primera vez en su historia, se verifica una declinación de la eficacia hegemónica del discurso liberal que coincide con una gradual desplazamiento de la correlación de fuerzas en favor del peronismo a raíz del aluvional ingreso de capas medias (universitarias,juveniles, cristianos, marxistas,nacionalistas) al movimiento, históricamente anti-peronistas.
Aunque mediado discursivamente por el perfil conciliador de Perón y del Movimiento (que acertadamente evitan que el proceso no se admita como una "reivindicación de clase" extraña al peronismo), no se puede negar la desnudez con que aparece el antagonismo de intereses entre ambos bloques históricos. En esa explicitud de la pugna ( que el sistema de dominación no puede tolerar que se haga visible) radica la excepcionalidad de los 70;en la efectiva posibilidad de que el proyecto peronista de liberación a encabezar por su líder retornado se comenzara a plasmar en hechos a partir del triunfo democrático de 1973. Proyecto que finalmente se frustra por errores garrafales y enfrentamientos irreversibles dentro del Movimiento que sirven para esconder las reales significancias del antagonismo existente, y que todo pase a ser sintetizado como "horror", "locura", " la barbarie peronista retornada para regar con sangre y fuego a los argentinos", "terror", todas calificaciones vacuas inservibles para interpretar un proceso histórico complejo y contradictorio.
La real excepcionalidad histórica de 1969-76 se ve confirmada a su vez por la infausta excepcionalidad de la dictadura militar de 1976 ( que no fue "una dictadura más" como erróneamente lo interpretaron la conducción montonera, las burocracias sindicales, y el grueso de la sociedad civil que la reclamó) que necesitó instaurar el terrorismo de estado para un exterminio planificado que buscó y logró suprimir al peronismo como movimiento popular y como expectativa de cambio en litigio permanente con las elites de dominio. Muerto Perón y arrasada la organización popular de avance movilizador por la dictadura, las dirigencias peronistas emprenden el camino de la alvearización.
El alfonsinismo repone formas distorsivas para la narración de los primeros 70, que no hacen más que anular su sentido histórico, para pasar a personalizar esos años en algunos de sus protagonistas de manera anecdótica y superficial: Perón, un viejo senil; Isabel, una estúpida incompetente; López Rega, brujo y lameculos; Firmenich, un asesino; Rucci, traidor al movimiento. Y así sucesivamente, sin que a nadie le interese analizar la cuestión en términos de proceso histórico popular iniciado muchos años atrás por el pueblo movilizado, resistiendo y avanzando de acuerdo a las circunstancias. Esa narración esquemática y banal que sintetiza todo como una "batalla de locos" es el combo envuelto para regalo que la sociedad prefirió consumir para exculparse de su rol en esas épocas: sociedad que optó por esquivar cualquier mirada analítica de aquellos años, como si no tuviera nada que ver, ni que decir.
3) Tiempo político aquel de los 70 en que la sociedad se ve a sí misma escindida en proyectos contrapuestos.
Escisiones familiares, institucionales (Iglesia), de clase, separaciones candentes y perceptibles en todo ámbito, peronismo-antiperonismo, liberación o dependencia. Tiempo que se cierra dramáticamente en guerrillerismos y terrorismos desanclados de todo respaldo popular.
Pero que deja una huella en la memoria colectiva que hace posible que de allí en adelante toda forma de lo político como conflicto de intereses se viva con una dramaticidad inusitada y adicional,con crispaciones de "vida o muerte", con tensiones que vuelven a traer a los espectros setenteros en simbolizaciones y discursos que demuestran la llaga viva que todavía ES aquella época.
Fenómeno socio-cultural que da cuenta de lo poco resuelto que están los 70 en la conciencia colectiva. Hasta que punto persisten calificaciones dogmatizadas de personajes, hechos y sentidos, y de cómo se sedimentaron argumentos que siguen reproduciendo defensas corporativas de lo actuado por unos y otros, sin la más mínima intención autocrítica.
Excepcionalidad la de los 70 que, vale aclararlo, no es la construída desde los lenguajes épicos y heroicos de quienes la protagonizaron por izquierda enarbolando consignismos y dogmatismos hoy anacrónicos, sino que designo como excepcional a partir de los hechos y de un recorrido histórico efectivamente acontecido que se cierra en 1976 consumando la tragedia política más grande del siglo en nuestro país, y desarticulando al peronismo como movimiento popular con expectativas transformadoras.
El fracaso del proyecto nacional, popular y democrático de 1973 marca el cierre de un tramo histórico que, más allá de errores y horrores estratégicos del vanguardismo montonero, fue iniciado en 1945, y tuvo como protagonista al peronismo como conciencia popular antagonizando con el poder oligárquico-conservador dominante, no sólo en el plano político sino también, y fundamentalmente, en el cultural.
Son pocas las certezas y verdades que puedan decirse de esa época que no sean relativas, pero me interesa consignar algunas que no suelen aparecer en los "lugares comunes" de los debates actuales; certezas que fueron invisibilizadas por la tierra arrasada de "horror" y "muerte" dejada por la dictadura, y por el discurso post-dictatorial que desechó al pasado histórico como equívoco ( para el alfonsinismo, el equivoco fue "tener peronismo en el país durante cincuenta años") para inaugurar una nueva e higiénica democracia sin historia nacional detrás.
¿Cuáles son las razones invisibilizadas que hacen excepcional en la historia nacional al período 1969-1976?
1) En esos años se va acumulando la más decisiva carga de conciencia popular (sectores populares + más agredado de clases medias peronizadas) en el país, nucleada con todas sus contradicciones y a pesar de ellas, en el movimiento peronista, que se postula como opción de poder que predica "la liberación y el socialismo nacional"; conceptos estos dos últimos en los que coinciden el líder y todas las fracciones del movimiento, más allá de metodologías y efectivas instrumentaciones posteriores.
2) En esa época queda expuesto y desnudo como nunca antes, el antagonismo nacional histórico argentino: poder liberal-militar versus movimiento popular ( ahora de liberación).
El derrotero del movimiento nacional se afianza a partir de un proyecto nacional que cuenta con avales teórico-históricos incorporados a él por el peronismo revolucionario a lo largo de años de lucha y analisis de lo actuado sucesivamente desde 1955 en adelante, y por los cuadros intelectuales del revisionismo nacional en los 60.
En los 70 se debilita hasta el final la idea de conciliación de intereses de TODA la comunidad, para pasar a asumirse que los intereses populares están en conflicto con los de la elite oligárquica dominante, a la cual el movimiento peronista opone lucha en el terreno político y en el simbólico-cultural ( por los aportes de la izquierda peronista), sin entrar a evaluar las implicancias de la lucha armada en este contexto.
Por primera vez en su historia, se verifica una declinación de la eficacia hegemónica del discurso liberal que coincide con una gradual desplazamiento de la correlación de fuerzas en favor del peronismo a raíz del aluvional ingreso de capas medias (universitarias,juveniles, cristianos, marxistas,nacionalistas) al movimiento, históricamente anti-peronistas.
Aunque mediado discursivamente por el perfil conciliador de Perón y del Movimiento (que acertadamente evitan que el proceso no se admita como una "reivindicación de clase" extraña al peronismo), no se puede negar la desnudez con que aparece el antagonismo de intereses entre ambos bloques históricos. En esa explicitud de la pugna ( que el sistema de dominación no puede tolerar que se haga visible) radica la excepcionalidad de los 70;en la efectiva posibilidad de que el proyecto peronista de liberación a encabezar por su líder retornado se comenzara a plasmar en hechos a partir del triunfo democrático de 1973. Proyecto que finalmente se frustra por errores garrafales y enfrentamientos irreversibles dentro del Movimiento que sirven para esconder las reales significancias del antagonismo existente, y que todo pase a ser sintetizado como "horror", "locura", " la barbarie peronista retornada para regar con sangre y fuego a los argentinos", "terror", todas calificaciones vacuas inservibles para interpretar un proceso histórico complejo y contradictorio.
La real excepcionalidad histórica de 1969-76 se ve confirmada a su vez por la infausta excepcionalidad de la dictadura militar de 1976 ( que no fue "una dictadura más" como erróneamente lo interpretaron la conducción montonera, las burocracias sindicales, y el grueso de la sociedad civil que la reclamó) que necesitó instaurar el terrorismo de estado para un exterminio planificado que buscó y logró suprimir al peronismo como movimiento popular y como expectativa de cambio en litigio permanente con las elites de dominio. Muerto Perón y arrasada la organización popular de avance movilizador por la dictadura, las dirigencias peronistas emprenden el camino de la alvearización.
El alfonsinismo repone formas distorsivas para la narración de los primeros 70, que no hacen más que anular su sentido histórico, para pasar a personalizar esos años en algunos de sus protagonistas de manera anecdótica y superficial: Perón, un viejo senil; Isabel, una estúpida incompetente; López Rega, brujo y lameculos; Firmenich, un asesino; Rucci, traidor al movimiento. Y así sucesivamente, sin que a nadie le interese analizar la cuestión en términos de proceso histórico popular iniciado muchos años atrás por el pueblo movilizado, resistiendo y avanzando de acuerdo a las circunstancias. Esa narración esquemática y banal que sintetiza todo como una "batalla de locos" es el combo envuelto para regalo que la sociedad prefirió consumir para exculparse de su rol en esas épocas: sociedad que optó por esquivar cualquier mirada analítica de aquellos años, como si no tuviera nada que ver, ni que decir.
3) Tiempo político aquel de los 70 en que la sociedad se ve a sí misma escindida en proyectos contrapuestos.
Escisiones familiares, institucionales (Iglesia), de clase, separaciones candentes y perceptibles en todo ámbito, peronismo-antiperonismo, liberación o dependencia. Tiempo que se cierra dramáticamente en guerrillerismos y terrorismos desanclados de todo respaldo popular.
Pero que deja una huella en la memoria colectiva que hace posible que de allí en adelante toda forma de lo político como conflicto de intereses se viva con una dramaticidad inusitada y adicional,con crispaciones de "vida o muerte", con tensiones que vuelven a traer a los espectros setenteros en simbolizaciones y discursos que demuestran la llaga viva que todavía ES aquella época.
Fenómeno socio-cultural que da cuenta de lo poco resuelto que están los 70 en la conciencia colectiva. Hasta que punto persisten calificaciones dogmatizadas de personajes, hechos y sentidos, y de cómo se sedimentaron argumentos que siguen reproduciendo defensas corporativas de lo actuado por unos y otros, sin la más mínima intención autocrítica.