El peronismo lomense adolece desde la muerte de Juan Bruno Tavano (más bien desde los últimos años de su segundo mandato) de una mínima capacidad de conducción para admnistrar los férreos internismos que han dominado la lógica de la política local.
Lomas no ha tenido un Mussi, un Curto o un Othacehé que garanticen pisos altos de gobernabilidad y fuerte capacidad de encuadramiento de la tropa. En municipios de compleja viabilidad como Lomas o Lanús, ambos factores devienen claves para sostener un caudal de poder político razonable que no haga naufragar el barco: no hay que constatar sino los índices presupuestarios que afrontan los municipios del conurbano como para entender que siempre se está más cerca de Devoto que de
Traducción: además de gestión necesitás un Concejo Deliberante fuerte porque si la mayoría legislativa se pone en riesgo, entrás en una crisis política que no se contrarresta con una buena gestión.
(Después se quejan porque Othacehé disuade internismos con poca diplomacia. El Vasco lee una página de El Príncipe cada noche antes de dormir.)
Durante el gobierno del Frepaso (1999-2001) se produce el colapso económico-fiscal del distrito. En el plano electoral, se instrumentan las colectoras, que profundizan el internismo y la fragmentación del peronismo local a favor de un mayor fraccionamiento de votos para el cuerpo de la boleta de los candidatos nacionales. La coalición parlamentaria conducida por el peronismo que se hace cargo del muerto frepasista (2001-2003) sanea parcialmente las cuentas municipales y devuelve pisos de gobernabilidad aceptables.
Cuando Rossi asume en 2003 (con el 40% de los votos) se completa el ordenamiento básico de la ecuación fiscal, tan sólo para que el municipio vuelva a ser gobernado con cierta normalidad: en ningún caso estamos hablando de una “gran gestión”, sino de restituir los servicios municipales que el Frepaso había dejado de prestar.
Un dato soslayado en todos los análisis que leí: hasta el momento de su candidatura, Rossi no venía tallando en la política diaria lomense en forma directa (como sí lo venían haciendo el Chino Navarro, Mércuri, Marcela Bianchi o Pablo Paladino), lo cual refuerza la falta de conducción del peronismo local.
La interna Rossi-María Elena de 2003 reafirma lo etéreo de las figuras y la ausencia de un político con peso y juego propios en el distrito. En este sentido, Rossi no fue la excepción: la estrategia política del intendente erró por varios costados (por ejemplo, jugar con Duhalde en 2005 cuando lo que se necesitaba era fortalecer el poder político municipal, como hicieron otros intendentes que leyeron bien el contexto y jugaron con Kirchner), y el festival de las colectoras de 2007 y 2009 terminaron de oscurecerle el panorama: de un 40% en 2003 a: 20% en 2005, 17% en 2007 (reelección) hasta un 23% en 2009 no hay gestión que aguante, porque con el Concejo Deliberante (HCD) horadado no hay tranquilidad política y la gestión se empieza a dañar. No en vano varios intendentes experimentados vieron con recelo la candidatura testimonial, porque la prioridad era blindar los HCD y gobernar tranqui hasta 2011.
Toda esta cuestión se relaciona con un tema más estructural y poco analizado: la fragilidad jurídica de los Ejecutivos Comunales de
Una reforma profunda que postule la autonomía municipal podría modificar este grave problema. Pero hasta tanto no se presidencialice el Ejecutivo Comunal, el deber político del intendente es cohesionar la tropa a cualquier costo para poder gobernar.
La renuncia de Rossi se relaciona entonces más con fallas en el armado de la base política de sustentación que con cuestiones de desempeño institucional, como erróneamente se quiere hacer ver desde algunos medios.
Los intendentes posteriores a Duhalde nunca pudieron despegarse de la delegación duhaldista que los depositaba en el cargo: no pudieron construir una autonomía política que les diera liderazgo propio. Tavano lo logró parcialmente, pero nunca pudo escapar a las tensiones internas entre la pertenencia duhaldista y el camino autónomo. Pero el Tano pudo desplegar una política propia de gestión que incluía además del cuerpo a cuerpo con los sectores más postergados, una inteligente estrategia de interpelación a los sectores medios desde el peronismo mediante los largos períodos de intendencia interina que desarrolló Marcelita Bianchi, cuyo laburo en este rubro no puede desconocerse (sobre todo en la incorporación de militancia), aun bajo la matriz duhaldista que rigió al proceso, cosa que no sucedió sólo en Lomas.
En el caso de Rossi, una falla notoria fue no tener política visible para la clase media; apostó al electorado histórico y se hicieron obras largamente postergadas como la canalización del Arroyo del Rey, red de agua potable en zonas periféricas, pero hubo una ausencia notoria en las zonas céntricas (que también votan, aunque no tanto al peronismo). La obra pública representa un aspecto importante pero parcial de las demandas populares en tierras carenciadas, por lo que no se puede apostar todo a ello.
El mecanismo de las colectoras (creado por Duhalde y reutilizado por Kirchner), articulado a los males endémicos de la política lomense, terminó por agravar la situación del peronismo: la fragmentación puede dejar al Municipio en manos de
Cuando algunos amigos (hombres de a pie, militantes, blogueros) analizan la renuncia de Rossi omiten sorpresivamente algo clave: que Rossi fue candidato testimonial del kirchnerismo y que pese a ello, le enchufaron dos colectoras kirchneristas de último momento. Por mucho menos, (una sola colectora) un kirchnerista puro como el intendente de San Miguel Joaquín De
Desde la simple ecuación política (haciendo abstracción de preferencias ideológicas) la cosa es simple: ¿Qué hubiera pasado si, por ejemplo, en Quilmes y en Lanús al Barba y a Darío les metían una colectora Aníbal F. y Pampuro respectivamente? Sacaban lo mismo que sacó Rossi.
Digo: Rossi no renunció ahora, lo hizo antes de la elección de junio cuando se enteró que siendo testimonial, le metían dos colectoras para traccionar la boleta nacional. Es pura lógica política del poder, que no es de derecha ni de izquierda. Si encima quedás con el HCD dinamitado, te vas a la mierda, es simple.
Veamos los numeritos: Rossi gana con el 23% de los votos y la pérdida de bancas en el HCD lo deja liquidado. Las colectoras de Mariotto y la compañera Marcela Bianchi suman el 15% de los votos, Kirchner saca un 38 % a diputado. No es difícil deducir que con una sola colectora, Rossi sacaba el 30%, y yendo sólo (como el Barba y Darío, 37% y 33%, si mal no recuerdo) más del 30%, como casi todos los intendentes ganadores. Si por errores propios la situación de Rossi ya era delicada, las colectoras lo terminaron de enterrar, porque lo dejan sin HCD propio.
Yo entiendo que muchos compañeros y amigos vean como más taquillero pegarle a Rossi y festejar su renuncia por ser pejotero malo, duhaldista, “corrupto”, “transero” u “oportunista”, antes que pegarle a Díaz Pérez por su espantosa gestión en Lanús. Siempre hay una tendencia afectiva hacia las coincidencias ideológicas por sobre la valoración del cuero duro de la gestión real, digo, parafraseando a un tipo como Carlos Mugica, que captó en el aire todas las dimensiones posibles del peronismo.
Lomas y Lanús: dos distritos difíciles de gobernar. Rossi y Díaz Pérez. Un peronista de derecha y un peronista de izquierda, noveles intendentes que la pasan mal. Dos gestiones: la de Rossi, discreta. La de Díaz Pérez, mala.
Porque más allá de las apetencias políticas, está lo valorado de modo medular por la sociedad en la diaria y cuando mete la boletita: la gestión.
Y la verdad es que no me alegro cuando veo cómo lo putean los vecinos de Lanús a Díaz Pérez (vecinos de toda edad, sexo y clase social), vecinos que, básicamente, lo votaron en 2007. Tampoco me alegra la renuncia de Rossi (no por él, que es un eslabón más entre tantos desaciertos del peronismo lomense, sino por el impacto que eso puede tener en la gestión y en el vecino), aunque no lo putearan.
Quiero decir: si le pegamos a Rossi, peguémosle con equivalencia a quiénes lo merecen de modo análogo, o más justificadamente todavía, aunque puedan ser tipos que nos caigan bien: yo quiero que les vaya bien a todos los peronistas, aunque puedan gustarme más algunos que otros. Por ejemplo, si decimos que lo de Roberto Panno en salud es flojo en Lomas, habrá que decir sin miedo que lo de Karina Nazabal en acción social en Lanús es muy malo.
Lo que importa, en el fondo, y en los votos, es la gestión.