Después de haber fundado la teoría del nopositivismo, el representante del Poder Ejecutivo en el Senado no deja de desarrollar conductas tendientes a seguir consolidando la degradación de la política y su lenguaje, como anodina producción del "consenso que necesitan los argentinos". Lo que en el conflicto agrario se insinuó como la aparición de la política como conflicto de intereses, terminó en las instituciones parlamentarias como política del consenso y de la tranquilidad que debía ser recobrada porque después del horror dictatorial, cualquier referencia a conflicto, lucha, desorden o enfrentamiento en las calles movilizadas ( "los argentinos no pueden estar divididos") inestabiliza, intranquiliza, crispa a los mercados, y a la gente que quiere estar en paz y que no la jodan. El fundamento ¿político? esputado por el nopositivista fue claro: "Había mucha gente angustiada por el conflicto (sic)". Argumento de fuerte solidez política. Porque la despolitización operada sobre la politica desde hace 32 años, que son los mismos de mi maltrecha existencia, es la forma de la política que la partidocracia institucional quiere para mantener la concordia entre ¿todos? los argentinos.