lunes, 25 de julio de 2011

Modo a prueba de fallos

La imposibilidad de una reducción de daños razonable (el escenario santafesino a gobernador ya era complejo a partir de los pisos reales que fijaron las primarias) y la turgencia del voto Del Sel-Bielsa, obligaría al peronismo provincial a algunos replanteos estratégicos para ser alternativa de poder en el 2015. Esas estrategias hoy se ven incompatibles con el criterio de acumulación política cristinista, y Rossi quedó en el fuego cruzado que implica ser un candidato legitimado en internas pero que no llena el formulario de candidato ganador. Por eso siempre se habló de reducción de daños para salvaguardar el bilardismo electoral de Balcarce 50. El peronismo provincial unificado garpa el costo de una paradoja que se huele en el ambiente: el hecho complejo de que existe un consenso electoral nacional (cuya justa medida quedará blanqueada en las primarias del 14 de agosto) que se nutre de un fin de ciclo discursivo, una naftalina retórica que no alcanza a medir ciertas señales que va entregando el escenario político. Se comprende: el cristinismo todavía no tiene nitidez política, la presidenta no considera oportuno, todavía, elaborar un discurso para el futuro.

Las respuestas erráticas ante lo que representan Macri o Del Sel con sus éxitos electorales a cuestas, son el síntoma de esa caducidad discursiva que a veces parece nutrirse de los libros de historia. Una transfusión lánguida de palabras sepias. Piezas de museología. La incomprensión brutal de que el menemismo, además de muchas cosas, también fue una gloriosa revolución cultural.

Una hegemonía peronista tiene que cerrar esa brecha para poder gobernar en épocas de angostamiento distributivo. En esas épocas, también conviene establecer alianzas de gobierno con sustentabilidad política propia. Un desafío infinitamente mayor a no haber garantizado la fiscalización de un comicio.

Lo que no se puede negar es que los encadenamientos CABA, Santa Fe y Córdoba (si la reducción de daños no cumple con parámetros razonables, los razonables para un partido de gobierno, es decir, con los niveles mínimos de electorabilidad que un partido de gobierno como el PJ reclama) pueden generar un clima político para la primaria del 14 de agosto. Y recordemos que esa elección define los pisos reales, y según los que obtenga cada candidato, el perfil de la estrategia de campaña para octubre. No hay margen de error.

El voto cruzado existe, pero no debe ser una profesión de fe: es sólo un difuso y volátil dato objetivo que si se transforma en una diaria oración vespertina, pasa a formar parte del catálogo de argumentos para ornamentar la derrota.

Si la reducción de daños no adquiere un rango razonable en los distritos electorales más grandes que son hostiles al cristinismo, nuevamente la PBA aparece como la bestia negra que deberá esforzarse para aportar más del 20% de votos al PJ nacional. A esta altura, una tarea insalubre que no siempre es bien remunerada. Qué lejos que estuvieron las elecciones de la CABA y Santa Fe del discurso del poder. Qué lejos.