Ya se gastarán páginas, pantalla (como la cadena nacional de TN el domingo con la placa a fuego Pacto Kirchner-Grondona, o los quejidos anti-estatales de los empleados de TyC Sports como el combativo Chavo Fucks, y otros con rostros demacrados) y horas en decorar la indigna crónica del despojo, la"magna desprolijidad", que Grondona es ésto o Kirchner lo otro, se hablará de intenciones inconfesables, de prioridades que el Estado tiene y no cumple ( y esto último es verdad, pero la política no se hace con las tablas de Moisés bajo el brazo).
Lo cierto: que lo de TyC era un soberbio choreo, y que más allá de la confrontación Gobierno - Clarín (que globalmente se desliza por carriles disvaliosos para la gestión kirchnerista), la rescisión sólo le preocupa a la empresa que explotaba los derechos de comercialización, más no al pueblo futbolero, que quiere ver el fútbol.
Si la democratización del acceso a la información (a la cual el negocio de las empresas periodísticas es refractaria desde todo punto de vista, admitámoslo antes de asumir formas bienpensantes para condenar la negociación:Kirchner hizo lo mismo, en formas y tiempos, que hizo ante la decisión más relevante de este gobierno, la estatización de las AFJP), tenía que empezar por algún lado, era pudiendo ver los clásicos del domingo, gratis y para todos los hinchas.