¿Acaso los blogs están siendo tomados más en serio que lo que lo hacen sus propios autores? Escribir un blog no es un trabajo, es un placer. Escribir un blog son un montón de horas improductivas al servicio de los que te leen, de los anónimos que te insultan, de los amigos que te celebran, de lectores silenciosos que sólo Dios sabe qué piensan, pero el círculo se fue agrandando día a día, hasta un límite más o menos esperable en un contexto tan amplio de disputa política. Punto.
Es ocioso decir que nadie nos paga por decir lo que decimos, tal como se afirmó de un modo tajante, pero esa sospecha hace gala de un clima que también desde la intensa blogosfera se ayudó a construir. Y es en torno de esa irrupción pública que preferimos decir algo. No somos víctimas de nada, no somos vengadores anónimos, no tenemos que rendir cuentas de ética pública, pero partimos de este incipiente principio: todo lo que ayude aunque sea un poquito a hacer mierda la política... está mal. Seremos capaces de revisar nuestras acciones en virtud de ello, amigos(...)"