Después del flower power, vino Nixon. Después del mayo francés, vino De Gaulle. Después del argentinazo dosmilunista, vino Duhalde-Kirchner. Después de los indignados (acá se indignan los que protegen el mercado cautivo de la buena conciencia ideológica) del portal soleado, vendrá el PP a ordenar la economía, a tomar las decisiones finales de un Estado avalado por los hechos, y quizás se inicie una hegemonía de tinte aznarista con otros intérpretes, y más corta. Sí, habrá iglesias para los que quieran ir a llorar, y habrá quienes entiendan que el indignado que vote al PP no es de derecha, sino un tipo que busca la puerta de emergencia hacia la paz social del pueblo capitalista, que no es otra cosa que el Estado ofreciendo una economía para la vida cotidiana. ¿Esto es de derecha o de izquierda? No sé, no me interesa, España no es mi consuelo personal. Muy truchos esos análisis políticos del estilo Argentina 1- España 0, esa especie de tilingaje al revés de los que a su vez aprovechan para sobreactuar populismo elemental, y sí, muchachos, a ustedes también los tenemos junados, los que salen a medir con el kirchnerómetro tardío desde hace diez minutos. España necesita un Adolfo Suárez que sede el espasmo de los indignados, que los mande a la casa, que les diga tranca pendejos, que acá hay Estado y no club del trueque. Y punto, porque hay cosas más importantes como la interna santafesina, la fijación de candidatos en un distrito menor como
La primaria de Santa Fe dio legitimidad a todos los candidatos, mientras que la lógica política porteña optó por el dedazo en las tres fuerzas que van a disputar el pase al balotaje. En el caso porteño primó un bilardismo generalizado (dos candidatos presidenciales arrepentidos que bajan para sobrevivir, y Cristina tomando una decisión táctica razonable para preservar su octubre, restándole centralidad política a todos los adelantamientos provinciales que no se muestren claramente favorables, fomentando todos los adelantamientos posibles, para liberar su figura en octubre, salvo
Los resultados de la bota son claros: Bonfatti-Rossi obliga al peronismo a hacer los deberes correctamente si quiere ganar la gobernación. Neutralizar el voto cruzado Cristina-Binner en la elección provincial, requiere una estrategia de clara provincialización de la campaña por parte del Chivo Rossi, algo que confirma la excelente elección de Omar Perotti que traccionó el imprescindible voto reutemista de la periferia, y que debería tener un lugar en un armado que busque alinear el voto peronista para disminuir el voto cruzado que favorece al socialismo. Rossi, además de ser el candidato a gobernador del PJ, tiene la oportunidad de construir un liderazgo político en el peronismo santafesino, meter a todos en el paquete (Perotti, María Eugenia Bielsa, llamar al Lole, que lo va a apoyar) y demostrar que la izquierda peronista puede conducir el partido del orden en la provincia. Al riesgo del voto cruzado, se suma la buena elección de Miguel Del Sel, cuyo porcentaje va a subir en la general mordiendo voto que ahora fue a la interna peronista, y que Rossi debe coagular con un discurso menos referido a “la pugna de modelos” y más concretizado en la diaria provincial para polarizar con Bonfatti. El mérito de Rossi fue revertir coyunturas desfavorables, no hacerle asco a la interna, ganarla aun con las muecas de desagrado que produjo esto en Balcarce 50, y armar el contrapiso para una hegemonía posible. De él depende. Con el aporte radical al FPCyS en la primaria y por ende a la general de julio, el cierre de Binner con Alfonsín cae de maduro. RA-HB es la fórmula progresista para recrear un kirchnerismo blanco, justo cuando Cristina piensa un peronismo blanco como el salto de pantalla cristinista hacia la institucionalización de la inversión productiva, esa línea de fuga donde el poder peronista readapta la repartija (más estrecha) del derrame con paz social, y donde asegura que allí donde el estado no llega, tampoco nada estalle. Esa vara que le sube el electorado a Cristina es la que la pone frente a un challenge complejo, pero en ese mismo lugar es donde RA-HB no pueden garantizar una refundación hegemónica confiable: es decir, algo distinto al kirchnerismo, y que no sea peor. RA-HB están anclados en la década kirchnerista, y cuando Alfonsín dice que puede gobernar tranqui con este precio de la soja, bueno, deja de decir (y de garantizar) muchas cosas más que eso. Es cierto que la economía de los últimos dos años es más viento de cola que volantazo estatal (la proporción inversa a la presidencia NK y los primeros dos de CFK), pero el Estado correctivo que se viene necesita un gobierno que meta gobernanza a pesar del precio de la soja.