El frío del invierno del ´76 calaba los huesos, los hacía escarcha, y yo nacía. Existe todavía en la generación de mis padres (de los que tiene más de cuarenta y cinco y menos de setenta, más o menos y por tirar algo) un imaginario evocable de los primeros ´70 más pedestre, menos taquillero, más anónimo, más político: con cuatro o seis sueldos (según fueras empleado administrativo u obrero, respectivamente) te comprabas un
Ese imaginario (que no era –es- sólo de la clase media) volvió siempre como bronca: con la dictadura, con la hiperinflación, con la convertibilidad, con el corralito, con la pesificación asimétrica, y con el actual modelo inflacionario de tipo de cambio alto con inclusión social. Y cuando algún tipo de esa generación (de mis padres) se calienta por la falta de Justicia Social que hay en el país (es decir, Kirchner reparó, pero en
Como ando muy ocupado escuchando música electrónica, leí hoy el Clarín de ayer que me regalaron. Y veo que cuando quiere, Clarín puede. Ahora que el debate sobre los medios se adaptó al formato de un programa de chimentos, ahora que el nivel de las discusiones promovidas por una banda que responde al tag “izquierda cultural rancia” se muestra tan chato, mecánico, iluminista y obsoleto, ahora que es perfectamente sensato suscribir la consigna “yo banco a Jazmín De Grazia” (y yo la banco), ahora podemos encontrar alguna pepita de oro entre el bronce fundido de las balas.
La nota de Clarín toca una cuestión importante. Hace unos meses, en alguna reunión política (toda reunión es política) tiré el tema: la fragmentación salarial como problema progresivo del mercado laboral reconstituido parcialmente por el kirchnerismo desde 2003. El artículo hace un diagnóstico descriptivo bastante preciso de la situación del mercado laboral actual: existe cada vez más distancia adquisitiva entre el desempleado, el subsidiado, el changador, el trabajador en negro, el blanqueado sin convenio, el blanqueado con convenio débil y el blanqueado con convenio fuerte (poder de fuego para renegociar pauta salarial).
Para no hablar de los que están fuera de la vida laboral, me centro en los que tienen laburo y digo: el trabajador en negro (60% de los laburantes que cobran los salarios más bajos del país: es mucho, Kirchner, es mucho después de haber crecido a tasa china, es mucho, hermanito, te tenés que hacer cargo) cobra sueldos que orbitan (por encima y por debajo) del salario mínimo, vital y móvil; montos que van desde los $1000 a los $2000 y pico. Lo que ganan la mayoría de los argentinos que tienen empleos convencionales. Si tenés familia y sos único sostén del hogar, esos sueldos son una miseria, conforme la actualización inflacionaria. Esta es la realidad que viven la mayoría de los argentinos a los que Kirchner les va a tener que ir a pedir el voto si quiere ser presidente en el 2011. Y el otro sector asalariado es lo que Manolo llama la aristocracia obrera: sueldos de $5000 para arriba fuertemente sindicalizado, pero que sólo representa el 20% del mercado laboral y se lleva más de la mitad del ingreso salarial nacional. Es decir que desde el 2003 se vino incorporando más gente al mercado laboral, pero al mismo tiempo se construyó una estructura salarial regresiva, antipopular al mango. Ahora que
La pregunta sería por qué Kirchner no prioriza en su agenda progresista la cuestión del blanqueo laboral y del acceso real al crédito. Es un error creer que con tener a