Algunas coplitas tardías sobre el acto de la juventud en el Luna Park dirían más o menos así...
1. Es una obligación política del peronismo hacer la contención del engorde juvenil que tiene en la figura de Kirchner un factor de legitimación imposible de soslayar. En ese sentido, el kirchnerismo aparece como un facilitador del tráfico militante que en las etapas previas del peronismo democrático estuvo ausente. Quiénes iniciamos algún tipo de militancia durante los noventa podemos dar fe de las oclusiones y los fríos que hicieron del vínculo entre juventud y peronismo un largo pasillo roto. Hoy existen mullidas condiciones para el rito de iniciación, lo que no es poco si evaluamos como todavía muy problemática la relación de los pibes con la política: dentro de este contexto, el que más incorpora es el peronismo.
2. El discurso de Cristina estuvo a la derecha de las representaciones que hoy se erigen como pilares del lógicamente entusiasta imaginario de las juventudes políticas peronistas. Y eso está bien, porque ese mismo discurso está a la izquierda de la acción política real con la que esas juventudes se van a encontrar cuando procesen mejor su día a día con el caleidoscopio peronista: ese es un camino que cada militante digestionará de modo diverso, con entera independencia de padrinos políticos, orgánicas o agrupaciones a las que pertenezcan. Cristina habló del compre nacional lanussista, de la juventud sindical, de la importancia de la unidad nacional y de que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino. No me parecieron menores esas menciones áridas ante un auditorio más proclive al éxito de taquilla. Sesgada, la cuestión roza la piel delicada de una carencia: el engorde es militancia torrentosa, pero no hay cuadros. Y los pibes necesitan hacerse cuadros, el himen se desgarra, se le pierde el amor candoroso a la política para empezar a esculpir una vocación. El cuadro es un tipo que se encierra en un cuarto inhóspito a pensar en contra de sus intereses para luego salir y realizarlos. El cuadro no es frío, como dijo Cristina: el cuadro es un témpano.
3. La juventud kirchnerista debe pasar a ser juventud peronista. Un sendero sinuoso, resbaloso, que sólo se puede iniciar después de un grado de acumulación política y al calor de ciertos climas épocales. Las juventudes políticas del peronismo deben construir un relato de su propia relación con las historias claroscuras del movimiento, y establecer su lugar en el mapa junto al resto del peronismo realmente existente de estos días, aunque a muchos esta tarea no les guste. En política no hacemos lo que nos gusta, hacemos lo que corresponde hacer. Yo veo que ese relato es difuso, y teme quedar a la intemperie del férreo paraguas kirchnerista, pero en esa expansión discursiva y en su correlativa acción política se juega la galvanización de una juventud peronista que pueda romper el cerco de la creativa transgresión consignista para ir hacia discusiones políticas y de poder más tangibles. Por eso me pareció un error (transitorio, considero) que algunos dirigentes juveniles eligieran como blanco a los intendentes del Conurbano; y acá volvemos a esa falta de relato propio hacia el peronismo que la juventud aún no ha construido, ahí hay un patchwork de discursos prestados que el tiempo debería evanescer: no deben ser "otros" (una otredad temporal, experimental, idiosincrásica) los que nos digan qué fue y qué es el peronismo. Las juventudes peronistas de la víspera deberán, en algún momento, decidir en que lugar poner a Rucci, a Herminio, a la renovación, a Chacho, al menemismo, al duhaldismo y al kirchnerismo. Y a lo que venga. Y no morir, por miedo, en el intento.
4. Me parece interesante ver de qué se habla en la finitud de las jotapés territoriales, que estuvieron sub-representadas en el acto. Y digo esto porque la representación de los intereses de los pibes es policromática, polirrubro, policlase, poli-poli. Por momentos, el indíce tématico vertido en el acto fue muy CABA. Para conducir hay que afinar todos los instrumentos, y más cuando todos quieren participar.
5. Para el próximo acto de las juventudes peronistas, un deseo: más pibes, y que ya no se cante Hasta Siempre. Que se cante una que sepamos todos.