Para ellos, el cantar
era como la vista para los ojos.
John Ford, 1941.
El pulso muerto de la campaña: una vez ida la zona nítida de
la polarización, Scioli y Macri se resisten a ir a la política. Quizás en ese “¿qué hacer?” de ambos candidatos se puedan encontrar otros mensajes
además de los electorales, que reflejen sus limitaciones para acercar lo
electoral a lo político.
Lo que Scioli siempre presentó como un activo de su
electorabilidad – su “previsibilidad”- quizás le esté jugando en contra en el terreno
estricto de la política, que en una etapa de catch all como la que transcurre
requiere de manejos de “representación” un poco más sofisticados que los que
puede asignar el esquema partidista (como oposición operativa al frentismo) elegido por el oficialismo para afrontar la etapa sucesoria.
Hay otro factor que limita a Scioli: su candidatura surge de
un acuerdo artificial con Balcarce 50 que oblitera todas las tramitaciones políticas que el peronismo oficialista necesitaba
folclorizar con mayor naturalidad operativa para reinaugurarse hegemónicamente
de cara a la sucesión presidencial.
La manifestación de ese coito interrumpido no es solo (ni
siquiera) el malestar de un peronista blanco como Randazzo, sino aquello que
afecta la propia sustentabilidad política que otorga los elementos iniciales
para que quien ejerce como partido del orden pueda sintonizar con la coyuntura
que le toca administrar.
Hasta el momento, no se vio a Scioli “sudar la camiseta”
para corregir este problema, que hoy es meramente electoral, pero que si es político
podría dar cuenta de un problema más estructural que explicaría por qué Scioli
no es dinámico aun cuando representa a un partido que debe gran parte de su
subsistencia a esa elasticidad.
El otro que aparece “descampañizado” es Macri. Eligió una
estrategia restrictiva que en las PASO fue eficaz para salir segundo: aglutinó
al voto opositor “histórico” (es decir aquel que existía antes de que Massa
irrumpiera al escenario nacional) pero se quedó sin herramientas políticas para
atravesar la larga y difusa marcha del catch all.
Es decir: en la medida en que los votos de las PASO cantaron
la despolarización, Macri se despolarizó, y todo el consignismo opositorista histórico
en el cual basó su idea de “cambio” y su acumulación partidaria empezaron a
lucir insuficientes para afrontar la travesía hacia el triunfo.
Creo que el problema de Macri fue apostar a una opción tan
unívoca como dudosa: pensó en una dinámica demasiado lineal de las PASO contra
la general en la cual el 2º polarizaría rápido con el 1º a base de una licuación (también rápida) del
3º. Pero esto debería haberse insinuado en los votos de las PASO y luego
acentuarse rumbo a octubre, y ninguna de las dos cosas parece haber
sucedido. Es decir, imaginó en todo el electorado un “espíritu polarizador” que
facilitaría su tránsito político, pero en el camino apareció la política.
Massa aprovechó estas limitaciones ajenas para subirse al
ring y consolidar un primer objetivo que ya parece tener al alcance de la mano:
fidelizar al máximo los votos de UNA. La foto en Tucumán le permitió seguir “despolarizando”
a Macri y a la vez afianzar su posición estratégica en el NOA, donde puede
crecer tanto a expensas de Macri como de Scioli. La PBA todavía queda como la
zona de trabajos intensivos para Massa, porque es allí donde debe crecer sobre
los válidamente emitidos de Macri para colocarse en una correlación de fuerzas
que le permita instalar la disputa de balotaje ante el electorado.
El escenario inicial post-PASO muestra que la posición
privilegiada de Scioli y Macri no les reporta un traslado de votos, en
principio generando bajas expectativas en el electorado que no los votó.
Massa,
pese a su posición “costosa” como 3º en discordia, parece no ser afectado por
la corrosión del voto útil, fideliza con facilidad y evita reflujos hacia
Scioli y Macri, todo ello con bastante
rapidez. Quizás la “imagen positiva” que cosechó luego de las PASO exprese
cierta tendencia en las expectativas que aunque todavía no se pueda analizar en
votos, es bastante llamativa para un 3º en PASO.
O quizás se trate (también) de algo más simple: que la dinámica de la
PASO de candidatos efectivamente se esté expresando, y que las condiciones políticas
de la electorabilidad de Scioli y Macri, de
acuerdo a su dominancia originaria,
no se reflejen como autosuficientes a los ojos de amplias franjas del
electorado en esta etapa de catch all y política profunda.