lunes, 28 de octubre de 2013

Impacto



A pesar del designio que prefiere Pagni para Massa, lo que transcurrirá como política silenciosa en estos dos años es la disputa de ese 30%. Que se entienda bien: se tratará de una disputa graduada de la representación arriba, mientras en el efectivo territorio se producirán otras combinaciones político-partidarias de esa misma disputa. ¿Derecha o izquierda del peronismo? Pregunta inconducente. A esta disputa, el oficialismo derrotado le quiere poner fecha cierta, condiciones. Pero lo realmente cierto es que Massa acaba de vivir dos situaciones electorales (las PASO y la general) que cierran, por un tiempo y de cara a las preferencias sociales, cualquier medición de la correlación de fuerzas. Que la cosa fermente en el territorio, y después se verá.

En un tuit lejano, contemporáneo a las PASO, dijimos como al pasar: Massa asumió la representación de la clase media baja bonaerense. Hijos silvestres del derrame kirchnerista pero impugnados ideológicamente por sus padres políticos (oh, la docencia), encontraron en Massa al padre adoptivo que los comprendió sin culpas al compatibilizar en su figura la relación desdramatizada entre Estado y movilidad social ascendente. Una relación que el kirchnerismo había llevado a un nivel de dramaticidad jauretcheana inadmisible como consecuencia de su impericia administrativa para afrontar el angostamiento distributivo.

Clase media baja que transita la bocacalle a la intemperie de la informalidad y el sector privado, ese lado no estatal de la vida que está tan lejos de las paritarias como de los planes sociales, pero demasiado cerca de la inflación y la presión fiscal: de perder en el bolsillo. Clase media baja que tampoco manifestó ardorosas afinidades con las marchas del 8N, clase media baja que no es del todo 1º cordón, ni del todo 2º cordón. Clase media baja que no se siente cultualmente (sí, sin r) peronista pero que no tiene problemas para votar al peronismo. Massa está comprometido políticamente en esa disputa, aunque a Pagni no le guste, aunque al Grupo Clarín no le guste.

La lectura más precisa del triunfo de Massa es unilateral y minimalista: pasó el tamiz electoral del 40% del padrón nacional que necesitaba para instalarse en la discusión sucesoria del 2015. Casi 4 millones de votos como documentación respaldatoria para facilitar las condiciones de la puja en relación a la sociedad y no tanto a la rosca política.

Consciente de que la supervivencia política de dos años no se juega en el terreno legislativo, Massa prepara una estrategia novedosa: será formalmente legislador pero seguirá siendo, de facto, el intendente de Tigre, y le prestará central importancia al trabajo político en la Legislatura bonaerense sincronizado con la gestión territorial. Si el FR se configuró políticamente como una liga de intendentes, desde lo institucional lo hizo como una confederación de distritos que ya comenzó a desplegar esquemas de financiamiento autónomos  y programas de gestión conjuntos que coinciden con reclamos no satisfechos por los gobiernos nacional y provincial: asistencia social-sanitaria para niños, infraestructura educativa y seguridad pública.

Pero el armado confederado no tiene eje “partidario”: Massa incluirá en el esquema a todos aquellos intendentes que quieran integrarse al “estado paralelo” sin pedirles que firmen la ficha del FR. Las ventajas comparativas: mejorar el ida y vuelta electorabilidad-territorio por sobre el núcleo duro del 30% que muchos intendentes necesitarán para sostener gobernabilidad hacia 2015, y una agenda fiscal compartida mejor negociada por la vía del bloque legislativo. Cuando un intendente encuentra una mejor ecuación equilibrada entre política y gestión que lo resguarda de las contingencias nacionales y provinciales, es difícil que la cambie por otra. Como dijo Cariglino, +a te da esos “puntitos de más” que traen tranquilidad.

Esta estrategia combinada de Massa tiene correlato en sus primeros pasos poselectorales: el tigrense saldrá a aceitar los vínculos con intendentes de varias provincias haciendo eje en iniciativas de gestión que, subsidiariamente, abarcará un temario fiscal compartido sobre la lógica de la distribución de recursos provinciales y nacionales. Estos intendentes ven reflejadas en Massa las posibilidades de actualizar la correlación de fuerzas frente a los gobernadores en sus propias provincias. Pero contrariamente a lo que podría pensarse, esa agenda fiscal compartida por Massa y los intendentes no se limita a la Región Centro, ni incluye solo a intendentes.

Un dato concreto: los corcoveos y disidencias para aprobar las leyes de emergencia económica e impuesto al cheque provinieron primordialmente de los oficialismos provinciales del NOA-NEA, básicamente de aquellas provincias con más bajo presupuesto y gasto per capita. Son las provincias que Massa va a empezar a caminar.