A pesar del designio que prefiere Pagni para Massa, lo que transcurrirá
como política silenciosa en estos dos años es la disputa de ese 30%. Que se
entienda bien: se tratará de una disputa graduada de la representación arriba, mientras en el efectivo
territorio se producirán otras combinaciones político-partidarias de esa misma
disputa. ¿Derecha o izquierda del peronismo? Pregunta inconducente. A esta
disputa, el oficialismo derrotado le quiere poner fecha cierta, condiciones.
Pero lo realmente cierto es que Massa acaba de vivir dos situaciones electorales
(las PASO y la general) que cierran, por un tiempo y de cara a las preferencias
sociales, cualquier medición de la correlación de fuerzas. Que la cosa fermente
en el territorio, y después se verá.
En un tuit lejano, contemporáneo a las PASO, dijimos como al
pasar: Massa asumió la representación de la clase media baja bonaerense. Hijos
silvestres del derrame kirchnerista pero impugnados ideológicamente por sus
padres políticos (oh, la docencia), encontraron en Massa al padre adoptivo que
los comprendió sin culpas al compatibilizar en su figura la relación
desdramatizada entre Estado y movilidad social ascendente. Una relación que el
kirchnerismo había llevado a un nivel de dramaticidad jauretcheana inadmisible
como consecuencia de su impericia administrativa para afrontar el angostamiento
distributivo.
Clase media baja que transita la bocacalle a la intemperie
de la informalidad y el sector privado, ese lado no estatal de la vida que está
tan lejos de las paritarias como de los planes sociales, pero demasiado cerca
de la inflación y la presión fiscal: de perder en el bolsillo. Clase media baja
que tampoco manifestó ardorosas afinidades con las marchas del 8N, clase media
baja que no es del todo 1º cordón, ni del todo 2º cordón. Clase media baja que
no se siente cultualmente (sí, sin r) peronista pero que no tiene problemas
para votar al peronismo. Massa está comprometido políticamente en esa disputa,
aunque a Pagni no le guste, aunque al Grupo Clarín no le guste.
La lectura más precisa del triunfo de Massa es unilateral y minimalista:
pasó el tamiz electoral del 40% del padrón nacional que necesitaba para
instalarse en la discusión sucesoria del 2015. Casi 4 millones de votos como
documentación respaldatoria para facilitar las condiciones de la puja en relación
a la sociedad y no tanto a la rosca política.
Consciente de que la supervivencia política de dos años no
se juega en el terreno legislativo, Massa prepara una estrategia novedosa: será
formalmente legislador pero seguirá siendo, de facto, el intendente de Tigre, y
le prestará central importancia al trabajo político en la Legislatura bonaerense
sincronizado con la gestión territorial. Si el FR se configuró políticamente
como una liga de intendentes, desde lo institucional lo hizo como una
confederación de distritos que ya comenzó a desplegar esquemas de
financiamiento autónomos y programas de
gestión conjuntos que coinciden con reclamos no satisfechos por los gobiernos
nacional y provincial: asistencia social-sanitaria para niños, infraestructura
educativa y seguridad pública.
Pero el armado confederado no tiene eje “partidario”: Massa
incluirá en el esquema a todos aquellos intendentes que quieran integrarse al “estado
paralelo” sin pedirles que firmen la ficha del FR. Las ventajas comparativas:
mejorar el ida y vuelta electorabilidad-territorio por sobre el núcleo duro del
30% que muchos intendentes necesitarán para sostener gobernabilidad hacia 2015,
y una agenda fiscal compartida mejor negociada por la vía del bloque
legislativo. Cuando un intendente encuentra una mejor ecuación equilibrada
entre política y gestión que lo resguarda de las contingencias nacionales y
provinciales, es difícil que la cambie por otra. Como dijo Cariglino, +a te da
esos “puntitos de más” que traen tranquilidad.
Esta estrategia combinada de Massa tiene correlato en sus
primeros pasos poselectorales: el tigrense saldrá a aceitar los vínculos con
intendentes de varias provincias haciendo eje en iniciativas de gestión que,
subsidiariamente, abarcará un temario fiscal compartido sobre la lógica de la
distribución de recursos provinciales y nacionales. Estos intendentes ven
reflejadas en Massa las posibilidades de actualizar la correlación de fuerzas
frente a los gobernadores en sus propias provincias. Pero contrariamente a lo
que podría pensarse, esa agenda fiscal compartida por Massa y los intendentes
no se limita a la Región Centro ,
ni incluye solo a intendentes.
Un dato concreto: los corcoveos y disidencias para aprobar
las leyes de emergencia económica e impuesto al cheque provinieron
primordialmente de los oficialismos provinciales del NOA-NEA, básicamente de
aquellas provincias con más bajo presupuesto y gasto per capita. Son las
provincias que Massa va a empezar a caminar.